Hasta el siglo XVIII, Cáceres no era sino una villa más de entre las muchas que existían en Extremadura. El rock era ya un fenómeno de masas. Así, más allá del hecho puntual de la clausura de las jornadas del Price, la campaña anti-rock de la prensa ultraconservadora no solo no tuvo éxito, sino que terminó rindiéndose a la evidencia.