Al principio, los jugadores simplemente clavaban tiras de cuero a los zapatos para aumentar el agarre, llevando a que la FA estableciera que ningún clavo debía asomarse por fuera del calzado. Las botas de esa época estaban hechas de cuero pesado, camisetas barça tenían puntas duras y llegaban hasta bien arriba del tobillo de los jugadores. Las primeras botas específicas para la práctica del fútbol emergieron en la era profesional, tomando el relevo del calzado cotidiano o botas de trabajo.